En junio próximo, en coincidencia con las elecciones en el Estado de México, Nayarit, Coahuila y Veracruz, el arzobispo primado de México, el cardenal Norberto Rivera, dejará esa posición luego de cumplir 75 años e iniciar su retiro. Lejano al Papa Francisco, su salida ha desatado una descarnada lucha entre los principales hombres de la iglesia católica que se expresa internamente, pero también en el terreno público y en las posiciones políticas que manifiestan los obispos.
El jueves anterior, el Presidente Peña se había reunido con los obispos del país, en medio de una situación de tensión marcada por el activismo de algunos prelados sobre todo en Morelos y Guerrero. Llegaron encabezados por quien parece ser el principal candidato a suceder a Norberto Rivera, el cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepanta y presidente de la Conferencia Episcopal, un hombre muy cercano a Francisco. Al término del encuentro, donde se habló de las próximas elecciones y de la situación política del país, entre otros temas, el cardenal Aguiar Retes declaró que existía “una relación cordial y en muy buenos términos con el gobierno”. El único obispo que decidió no ir al encuentro fue el de Toluca, Francisco Chavolla, muy cercano a Rivera.
Setenta y dos horas después, el semanario de arquidiócesis se preguntaba “si el dinero del gasolinazo se usará en las elecciones” y decía que en México la democracia sale “cada vez más cara, a costa de dinero público tirado a la basura, que conlleva recortes presupuestarios a programas sociales y de salud tan necesarios para millones de mexicanos pobres, de quienes los políticos sin escrúpulos hacen su clientela” y concluía con un diagnóstico muy terrenal: en el Estado de México “la ciudadanía es castigada por distintos frentes y tiene que sobrevivir al fuego cruzado: guerra sucia, descalificaciones y manipulación de la verdad entre los candidatos, quienes, con tal de alcanzar la gubernatura, se acusan entre ellos de corrupción y de beneficios desmedidos, lo que, a juicio de los especialistas, podría ser una de las radiografías electorales en la carrera por la presidencia de la República en 2018”.
No se trata de estar o no de acuerdo con el texto: lo destacable es el grado de politización que se pone de manifiesto cada domingo en ese semanario, que va endureciendo su posición cuando más se acerca la salida del cardenal Rivera. De alguna forma parece que se quisiera alimentar la confrontación y, dirían los marxistas, agudizar las contradicciones de cara al cambio de estafeta.
Aguiar Retes es un hombre, como decíamos, cercano a Francisco no sólo en lo personal, sino también en una línea de trabajo más abierta y tolerante. Es un cardenal culto, con una formación muy sólida. Parece inevitable que el próximo arzobispo primado sea el cardenal Aguiar Retes, pero también está bastante claro que el cardenal Rivera quiere poner su distancia y sus límites en el terreno de la política con quien será su sucesor.
Con ese telón de fondo comenzaron las campañas en la medianoche del domingo. Alfredo del Mazo lo hizo precisamente en Tlalnepantla (ayer dijimos aquí, por error, que sería en Naucalpan) la tierra del cardenal Aguiar Retes. En ese municipio están los principales bolsones de inseguridad en el Estado de México y también muchos de los mayores índices de pobreza. La segunda es casi endémica, la primera se ha cebado en forma inhumana con sus habitantes en los últimos años. Para Del Mazo la seguridad es clave, sobre todo en el área metropolitana y que se le crea que puede cambiar las cosas es el mayor desafío de su campaña.
Josefina Vázquez Mota decidió comenzar en el corazón del priismo mexiquense, en Atlacomulco, con un discurso muy duro. Le entonó, según dijo, “las golondrinas” a las camarillas que “han vivido de la corrupción” en el Estado. Y al momento de escribir estas líneas tenía listo un mitin multitudinario en Atizapan de Zaragoza.
Delfina Gómez prefirió comenzar con los suyos en Texcoco, mientras sigue armando su equipo de campaña, al que se ha incorporado Hugo Scherer, en la estrategia de la misma. Hugo había trabajado el año pasado con el panista Francisco García Cabeza de Vaca en Tamaulipas y con la priista Lorena Martínez en Aguascalientes. Ahora lo hará con la candidata de Morena.
La Iglesia y el poder siempre han estado muy relacionados en el Estado de México. Aguiar Retes es un buen ejemplo de ello. El cardenal jugará un rol importante durante el proceso electoral. Es cercano a Peña Nieto, desde sus tiempos de gobernador y fue un personaje clave en aquella visita en la que el gobernador Peña se hizo acompañar por su pareja, aún no se casaban, Angélica Rivera al Vaticano cuando el Papa era todavía Benedicto XVI. Pero el cardenal tiene también una estrecha y sólida amistad con Josefina y obviamente con otros muchos panistas. Su voz, en ese proceso será de mucho peso. Hasta ahora ha apostado a la moderación.